sábado, 9 de mayo de 2020

Besos y abrazos eternos, que no impedirán la Covid 19


Besos y abrazos eternos, que no impedirán la Covid 19 

El tradicional Día de las madres, en Cuba y en otros países, el segundo domingo de mayo de cada año, es fiesta de la familia, concebida para rendir tributo a la mujer que dio el ser, quien en tan señalada ocasión tiene el don de convocar a los hijos a retornar al regazo materno para una reunión de abrazos y besos, nostalgias, rezos, promesas y mil motivaciones más, que incluye a las abuelas, presentes siempre.

 Este año 2020 será recordado como el de celebraciones a distancia, con nasobuco bajo el mismo techo, o a través de las pantallas electrónicas.

  Si mamá sigue entre nosotros, alumbrándonos con su sonrisa capaz de desterrar fantasmas y sombras, de todas formas la fiesta brillará, florida, alegre, con regalos --según cada uno pueda  en estos tiempos de precios como papalotes y Covid 19 galopante, pero bajo control progresivo--, brindis por el futuro, mentiras piadosas sobre la desaparición de achaques y arrugas, recuerdos “… de cuando eran pequeñines”, comparaciones con nietos que se empinan y otros que se prometen… 
  Si mamá se marchó del entorno, dejando ese vacío imposible de llenar, entonces la conmemoración asume ribetes más nostálgicos, en dependencia del tiempo transcurrido desde la partida, porque, “…mi hermano querido, el tiempo, el imposible de domeñar, lo desdibuja todo, poco a poco,  en complicidad con la vida misma, que nos dotó de la prodigiosa necesidad de olvidar, aunque a la 
madre jamás se olvida del todo, pero lo real, lo necesariamente verídico es que el transcurso de los años nos van acercando a otras madres, las de los hijos, las de los nietos, que, madres al fin, merecen la sonrisa y el beso del presente, sin que  signifique el olvido de la  fundadora de la familia, porque la vida también es ese relevo generacional que no permite paradas largas, apenas para depositar flores en una tumba cercana, o flores en la memoria de quienes todavía, a pesar de los años, sean capaces de traer a la mente la imagen de aquella que un día, hace muchos años, nos acunó, suspiró y nos sonrió por vez primera soñando con el futuro incierto, hechos que, increíblemente, sentimos actuales, aun cuando el espejo nos muestre las huellas de aquel, el indetenible…”
  Lo cierto es que en nuestro país, el Día de las madres es la fiesta más concurrida de todas las fiestas,  la que más convoca a los cementerios y a la vez la que más reúne en el salón de baile y junto a la mesa; la algarabía más sonada en cada casa y la que más velas prende frente al ara doméstico; la que más besos y lágrimas provoca; la fiesta  de las mamás, que es también la de las abuelas, y por supuesto la del os hijos y nietos.  Como podemos ver, es la fiesta de toda la familia.
  Hoy, obligados por circunstancias, diferimos los encuentros físicos, pero  besamos y abrazamos a nuestras madres y abuelas todas, siempre en nuestros pensamientos. ¡Felicidades a las que están! ¡Cariño eterno para las que seguirán estando! (Roberto Pérez Betancourt)



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